Peinado que se infla, mechones rebeldes que se enredan, melena resecada: ¡el diagnóstico está claro! tus cabellos son porosos. Necesitas un ritual de choque para volver a tener una melena llena de salud.
Lavar con suavidad
Un cabello es poroso cuando sus escamas que forman una barrera protectora están tan abiertas que absorben la humedad pero no retienen la hidratación. A la inversa, un cabello no poroso tiene las escamas totalmente cerradas. Para limpiar esa fibra en peligro, utiliza un champú suave hidratante que lava sin agredir y que puedas utilizar a diario.
Escoge bien tu mascarilla
Para regenerar en profundidad los largos muy resecados con puntas que se rompen, debes apostar por una formula rica en queratina. Esa proteína que el propio cabello fabrica es un activo inigualado para rellenar las brechas del tallo capilar. Con una buena mascarilla, mima y refuerza la fibra en un plis.
Alisar la cutícula gracias al enjuague
A los cabellos porosos les cuesta que los tratamientos penetren bien y sacarse beneficien totalmente al tener las escamas despegadas y dejan escapar la queratina, el agua y los nutrimentos. Para remediarlo, enjuaga tu melena con vinagre de cidra que gracias a su acidez alisará las escamas para que la hidratación penetre en el corazón de la fibra.
Sellar la hidratación con un velo de aceite
Para que todos tus esfuerzos no sean en vano, utiliza aceites vegetales que restauran la película hidrolipídica del cabello y evitan que se pierda todos los beneficios de tus tratamientos. Con una emulsión, sin aclarado y justo después del champú, como con el Bifásico Brillo y Suavidad o con un baño de aceite para las que tienen más tiempo.