El cambio capilar más alocado de Amandine

«Siempre se habla de las morenas que quieren pasarse al rubio. No es el único caso. El moreno siempre me ha fascinado… Lo encuentro carismático, fogoso, lleno de carácter. En resumen, lo contrario a mí. ¡No soy de las que piensan que el hábito hace al monje, aunque sí que creo que un pequeño empujoncito no viene mal!

Nunca me había teñido antes. Alguna coloración temporal cuando era adolescente, por imitar a mis amigas. ¡Así que pasar de rubia a morena era todo un desafío capilar! Y, al principio, no sabía si me atrevería.

Estaba más segura por una cosa: el color de mi cutis. Mi rostro no es pálido, por lo que no me arriesgaba a que el contraste fuera demasiado fuerte entre mi color de piel y de cabello. Tras hablar largo y tendido con mi peluquero para estar segura de que no había malentendidos, decidí dar el paso. Los minutos se hicieron eternos… Pero, cuando mi cabello estuvo seco y peinado, ¡me encantó! No me parece un cambio radical. Es más, tengo más confianza en mí misma y me siento más madura. Quizás porque un color oscuro tiende a endurecer los rasgos. Para que el resultado perdure, acudo a menudo a mi peluquería para cuidar mis raíces y reavivar mis reflejos».