No hay nada más sencillo que pasar del castaño al pelirrojo o del rubio al moreno con una simple coloración. Pero ¿sabes si estos cambios tienen consecuencias para tu cabello? Lo analizamos.
Para responder a esta pregunta, el primer paso consiste en realizar un diagnóstico capilar. Cuanta más atención prestes a tu cabello, menos abrasivo será el tinte porque sabrás elegir el que mejor te conviene.
¿Tu melena está sana? Las coloraciones permanentes están hechas para ti
Las coloraciones permanentes se basan en una reacción química que se denomina oxidación, que abre las escamas capilares para teñirlas del color deseado. Como ves, este método no es nada anodino, así que solo está indicado para las que tienen el cabello en muy buen estado. De hecho, son las únicas que podrán afrontar un cambio así sin dañar la materia. Eso sí, deberás utilizas otros cuidados muy nutritivos y adoptar una rutina especial para el cabello teñido.
¿Tu cabello está estropeado? Debes usar coloraciones sin amoniaco
En tal caso, las coloraciones permanentes serán demasiado abrasivas por lo que es mejor olvidarse de ellas. Debes apostar por otras técnicas más suaves como el Gloss que juega con los reflejos, o las coloraciones de origen vegetal. Aunque estas últimas no permiten aclarar el cabello, respetan la fibra capilar porque no contienen amoniaco. Pero no por ello debes dejar de mimar tu melena con cuidados especialmente indicados para el cabello teñido.
Como ya te habrás dado cuenta, cambiar de coloración no es totalmente perjudicial para el cabello siempre y cuando elijas la técnica que mejor se adapte a su naturaleza. Además, tendrás que usar productos específicos, como los de la gama Color Therapy de Jean Louis David.
