Ya sea para disciplinar los mechones rebeldes o como simple acto reflejo provocado por el estrés (o en momento de profunda reflexión), seguro que acabas tocando tu melena decenas de veces al día. Sin embargo, esta pequeña manía, aparentemente anodina, puede tener consecuencias para el cabello. Te lo explicamos.
Porque estropea el cabello...
Cada vez que lo manipulas, los mechones se frotan entre sí, se enmarañan e incluso se enredan. Estas pequeñas agresiones repetidas acaban perjudicando la fibra capilar. Así, su protección natural se agrieta y deja de tener la misma eficacia y, como consecuencia, el cabello se vuelve más sensible. Además, si ya es fino, o está estropeado, teñido o decolorado, se volverá aún más frágil y podría acabar rompiéndose; sobre todo si siempre acaricias los mismos mechones.
... y hace que se vuelva (más) graso
La costumbre de enrollarse mechones alrededor del dedo o pasarse sin darse cuenta la mano por la melena, hace que el cabello se mueva mucho. Los movimientos demasiado frecuentes estimulan las glándulas sebáceas en exceso, que terminan produciendo más sebo ¿El resultado? Las raíces se engrasan rápidamente, el cabello se ensucia con prontitud o el estado del cabello graso empeora.
En ocasiones, puede acelerar la caída
A fuerza de tocar frenéticamente la materia capilar, esta se debilita incluso desde las raíces. No debes volverte paranoica, pero ten en cuenta que existe la posibilidad de que se acabe cayendo. Es lo mismo que sucede cuando cepillas demasiado tu melena y el cabello sano se desprende al pasar el cepillo.